El adorno personal en época romana. Las cuentas de
pasta vítrea de la “Huerta de los Curas”.
Recuerdo aquella tarde como si fuera ayer mismo. Iba paseando, mirando hacia el suelo y, no se por qué, miré entre dos rocas enormes y justo en ese lugar, como queriéndose esconder de las miradas ajenas, había una pieza que, en principio, no sabía qué era: redonda, con un agujerito en medio como para ser colgada y con aplicaciones de vidrio prensado sobre la cuenta, aún caliente, a modo de decoración. Tenéis que tener en cuenta que con 15 años, no tenía mucha formación al respecto con las piezas de cerámica que hallaba y, mucho menos, con algo así. Busqué algo similar por internet y, en todos los lugares, salía lo mismo: Cuenta de collar. Yo no me lo creía mucho, sinceramente. ¿Cómo iba a hallar algo así a simple vista? Pues efectivamente, se trataba de una cuenta de collar a la que, un par de años después, sumé otra más, que hallé en la base de una cepa. No me preguntéis cómo pude fijarme en un lugar así, yo creo que es suerte. Esas dos piezas, fueron el motivo por el cual, en 2017, decidí abrir la cuenta en Instagram de HistoriaVcadelosBarros, para mostrar cosas que aparecían en el termino del municipio. Si os fijáis, (es la primera publicación que hay en el perfil) tampoco doy muchos detalles acerca de las cuentas, simplemente dónde aparecieron y una breve descripción, nada más. Hace unos meses, volví a ese post y dije: estas piezas son demasiado importantes como para tener tan poca información, necesitan ser explicadas, en su contexto, su fabricación, producción y distribución en el mundo antiguo.
Ya en Egipto, durante el Imperio Antiguo, se atestigua la presencia de piezas de vidrio que imitan distintas variedades de piedras. En el Imperio Medio, se realizan escarabeos, sin embargo, es durante el Imperio Nuevo, cuando estas producciones alcanzan un auge destacando la gran diversidad de colores. En las mismas fechas, en el mundo Micénico, se constata, también, el uso del vidrio imitando piedras preciosas y sus llamativos colores. Pero es en época romana, sobre todo a partir de Augusto, cuando se va a producir un apogeo de la joyería en vidrio uniendo el gusto romano por la policromía así como el control de la tecnología y técnica de la producción vítrea, generando gran cantidad de colores y formas.
Este material, es utilizado para gran variedad de objetos de adorno personal y, en este sentido, Mérida es un referente a nivel mundial en este tipo de piezas. Diseminados en los diversos yacimientos de la ciudad, han sido halladas multitud de piezas entre las que destacan: anillos, pulseras, colgantes y cuentas, tanto para collares, como para pendientes. Los talleres emeritenses, activos desde época Julio-Claudia hasta el siglo IV d.C., fueron referentes en la producción de vajilla de vidrio y, con toda probabilidad, también en la de piezas de adorno personal aunque, de momento, en el caso de las cuentas encontradas, no se observan características locales que las diferencie de las del resto del Imperio.
Estas cuentas se realizaban con técnicas en caliente y mediante el modelado, destacando dos: sopladas o fabricadas a varilla. Esta última es la más habitual y consistía en ir enrollando sobre una varilla una masa de vidrio caliente que la iba rodeando por lo que, a la vez que se hacía el orificio central, se le daba forma a la cuenta. Por otro lado, la técnica del soplado consistía en aprovechar las burbujas de aire de un fragmento de vidrio, estirándolo y estableciéndolo sobre un molde que se dividía en secciones y que dará como resultado los distintos tipos de cuentas. Para la decoración, existen técnicas diversas que se pueden dividir en dos grupos: el trabajo de la cara externa manualmente o utilizando algún instrumento y/o a través de la adición de material. El primer grupo destaca por el uso de herramientas de presión mientras el vidrio aún está caliente como es el caso de las pinzas para llevar a cabo una morfología gallonada.
Lo primero a tener en cuenta es el año en el que sale a la luz el
yacimiento. Las décadas de los 70/80 y 90, fueron testigos del hallazgo, de
manera fortuita, de muchos asentamientos de diferentes etapas cronológicas
debido, por ejemplo, al avance técnico de la maquinaria agrícola que permitía
alcanzar mayor profundidad en la tierra, sacando a la luz materiales y restos
de estructuras antrópicas. A ésto hay que añadir, la construcción de nuevas
vías de comunicación (carreteras, autovías…) y nuevas edificaciones. Basta
mencionar el descubrimiento, de manera casual, del asentamiento calcolítico de
“Los Cortinales”, mientras se realizaban las obras de construcción de la
depuradora de aguas municipal durante los 80. A finales de esta década y
principios de los 90, es cuando sale a la luz el yacimiento que estaba oculto
bajo el viñedo de “La Huerta de los Curas”. Tuve la suerte de poder hablar con
el actual propietario del Cortijo que se encuentra allí, lugar que, en antaño,
fue escogido por los curas del Colegio San José para pasar sus vacaciones
estivales. El propietario me comentó que, los detectoristas, llegaban por
decenas atraídos por las noticias del hallazgo. De hecho, tuvo la oportunidad
de hablar con uno de ellos que venía de la provincia de Córdoba, así que,
imaginaos cómo se expandieron las noticias sobre el descubrimiento. Y he aquí
una información vital, la primera de ellas que confirma la cronología del
lugar, el detectorista le enseñó algunas monedas que había descubierto y le
dijo que eran Bajos Imperios, con lo cual, sería un asentamiento cuya
cronología variaría entre los siglos IV-VI. Esta teoría la reforzaré más
adelante. Estaríamos, por lo tanto, ante un asentamiento de tipo villa; un fenómeno que se advierte, con gran
frecuencia, en Tierra de Barros. No os hacéis una idea, de la cantidad que hay
de este tipo de yacimientos en los alrededores de Villafranca. La gran
concentración de Tégulas, cerámica común o Sigillata, son prueba de ello. En
los últimos años, he podido añadir a la lista 5 lugares más, de momento, con
estas mismas características. Es verdad que, en todos ellos, los materiales que
hay en superficie, aparecen muy arrasados, fragmentados y dispersos por una
gran extensión de terreno pero, aún, pueden hallarse piezas que son una muestra
de la grandeza de aquellas Villae, todas ellas bajo el área de influencia de
Emérita Augusta que, como capital lusitana, actuaba como hinterland.
Este tipo de reparto de tierras, y como consecuencia, el desarrollo de estas grandes propiedades tiene su origen a partir de la fundación de Emérita Augusta, cuyo objetivo era la romanización del territorio, sirviendo como instrumento político-propagandístico, financiero, económico y hasta cultural. Por lo tanto, es importante mencionar que el fenómeno de las Villae no es, únicamente, bajoimperial, sino que hunde sus raíces más profundas en la primera presencia romana en el territorio. Un dato curioso es que, hoy en día, sigue habiendo cortijos, o edificaciones destinada a la explotación de la tierra, en aquellos lugares dónde aparecen restos de estas Villae, lo que constituye una herencia cultural de primer orden y nos muestra que, al menos en el ámbito agrario, no hemos cambiado mucho en casi 2.000 años. Muchos de estos asentamientos se mantienen hasta época visigoda, sin embargo, caen en desuso durante la etapa islámica cuando ya serían, prácticamente, ruinas diseminadas por el territorio y solo un reflejo de lo que fueron.
Hace casi una década que conozco “La Huerta de los Curas”, fue la primera experiencia directa con un lugar en el que había material cerámico de época bajoimperial y tuve la suerte de encontrar esas dos cuentas que, gracias a mi formación posterior, he podido relacionarlas con otras aparecidas en el entorno de Mérida comprobando que, algunas, son auténticas joyas tanto por su decoración como por sus formas. Una vez más, una parte de nuestra historia cultural, se halla reflejada en Villafranca de los Barros. La importancia no solo de la provincia pacense sino de la comunidad extremeña en cada una de las etapas de nuestra historia es algo muy a tener en cuenta y que, por desgracia, no se le otorga el valor que merece. A pesar de ello, aquí seguiré, luchando por ello y dando a conocer objetos, lugares e historias que marcaron nuestro pasado y sirvieron para sentar las bases de nuestra historia.
Bibliografía:
- Rodríguez Díaz, A. (1986). Arqueología de TIERRA DE BARROS. Zafra. Editorial regional de Extremadura.
- Barrero Martín, N. (2019). Ornamenta Muliebria. El adorno personal femenino en Mérida durante la Antigüedad. Programa de doctorado en patrimonio por la universidad de Córdoba, Extremadura, Huelva y Jaén. Universidad de Extremadura.
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