El paraje de Valle Hermoso; una muestra de materiales del Calcolítico en Villafranca de los Barros.

 

El paraje de Valle Hermoso; una muestra de materiales del Calcolítico en Villafranca de los Barros.

 

En una de las primeras publicaciones de la cuenta, os hablaba, y mostraba, un hacha de piedra pulida que un trabajador agrícola había encontrado en su tierra y que tuve la suerte de poder ver con mis propios ojos. ¿Dónde la había hallado? En la zona de Valle Hermoso; un paraje situado en el límite del término municipal de Villafranca de los Barros,  lindando con el de Los Santos de Maimona. Nunca había escuchado hablar de esas tierras ni tampoco sabía situarlas, pero fue descubrir la cuenta de Tierra Vieja en Instagram, hablar con su creador, Ernesto, de los Santos de Maimona, cuando, de verdad, empecé a comprender el potencial histórico de esa zona: el lugar está repleto de utillaje lítico, cerámicas de todas las épocas, cristal…todo en superficie debido a las labores agrícolas.

Hacha pulimentada hallada en Valle Hermoso.

El espacio se encuentra al Sur de la localidad, donde los olivos y viñas hacen acto de presencia en unas tierras recorridas por dos pequeños arroyos, el de la Encomienda y el Gato, que hoy en día apenas tienen importancia, de hecho, en época estival suelen secarse por completo y en invierno tienen importantes crecidas repentinas debido a las lluvias, provocando riadas que van arrastrando todo a su paso, pero que, durante la prehistoria y en épocas históricas, debieron surtir de agua y cubrir las necesidades básicas de grupos, poblados, villae…que se asentaron en ese territorio. El terreno no es completamente llano, es más, puedo decir que es todo lo contrario; olivos y viñedos se desarrollan en tierras con pendiente, en lomas con suave inclinación y solo las zonas atravesadas por los arroyos, podemos decir que son relativamente “llanas”. Debemos imaginaros, en el III milenio a.C., este territorio con un aspecto adehesado, con una vegetación de tipo mediterráneo y, quizás incluso, con bosques de tipo galería desarrollándose en las orillas de estos riachuelos, siendo el periodo en el que se van a ir instalando los paisajes prácticamente como los conocemos en la actualidad, con un clima seco y cálido, en definitiva, un espacio propicio para abastecerse de alimentos, materias primas, agua…

Os preguntaréis qué tipo de herramientas y objetos han aparecido allí, pues bien, este verano pasado, en uno de esos días en los que eran las 10 de la noche y el termómetro aún marcaba los 35º, me dan el aviso: ha aparecido otro hacha, esta vez mejor conservado que el anterior. En cuánto pude fui a verlo, era increíble y una pieza realmente bonita, hallada a simple vista. Sin embargo, mirando más detenidamente la pieza, pude comprobar que no se trataba de un hacha, sino de un azuela. Ambos tipos de herramienta son muy similares, de hecho, a veces, cuesta diferenciarlas. Suelen ser de sección trapezoidal y rectangular, como en este caso. Aunque en esta pieza el talón aparece fragmentado, éstos tienden a ser redondeados o acabados en punta. Por su parte, los lados presentan una delineación cóncavo-convexa aunque, con frecuencia, los lados de las azuelas suelen ser más estrechos que los de los hachas. El tipo de roca utilizado para la producción de este tipo de herramientas suelen ser, en general, rocas metamórficas, en concreto la diorita, que es bastante frecuente en la zona y se halla en superficie. Estas herramientas eran utilizadas hasta que, prácticamente, perdían toda su efectividad y, en ese momento, eran desechadas o bien eran reaprovechadas para ser utilizadas como otras herramientas como mazas o “martillos”. Si os fijáis bien, en el filo de esta azuela podéis ver algunas mellas, lo que indica que fue utilizada, ya que otras tenían, simplemente, una función votiva para ser depositadas en enterramientos como ajuar funerario.


Mellas en su filo.

Pero no creáis que estas herramientas eran utilizadas así, tal cual, cogiendo la roca con la mano. No. Normalmente poseían un enmangue que dotaba a la pieza de una mayor efectividad. Antes de nada, se hacía un orificio en la parte superior del mango en el que se introducía el hacha o azuela. Estos mangos solían estar hechos en maderas que tenían una escasa dureza como podía ser el pino o el sauce. Para que la pieza quedara ajustada al orificio del mango, se introducían unas tiras de cuero y, posteriormente, se ataba con cuerdas hechas con fibras vegetales para darle mayor fijación. En el caso de las azuelas, además, se aplicaba adhesivo como podía ser la cera natural o la resina, lo que hacía que la herramienta quedara firmemente fijada al mango. Y ¿Qué función tenían estas azuelas? Pues podían tener la misma función que un azada actual, lo que permitiría horadar el terreno bien para hacer una perforación directa o hacer una de arrastre, por ejemplo, para la siembra. Pero no es la única de sus funciones, y es aquí dónde pueden confundirse con hachas, ya que también servían para hacer trabajos sobre la madera. Esto es algo muy importante, y a tener en cuenta, ya que nos está indicando el cambio socioeconómico que se está dando en el territorio ¿Por qué? Porque se está desarrollando una agricultura a partir de la deforestación de zonas arboladas para disponer de mayores tierras para su explotación y, en este sentido, estas piezas suponen una prueba inequívoca de ello.


http://lmhistoria2014.blogspot.com/2014/06/inventos-del-neolitico-la-azuela-la.html
Recreación ideal de un hacha y una azuela. 
Como podéis observar son herramientas muy similares.

Pero, el hallazgo de esta azuela, ¿proporciona alguna prueba de un posible asentamiento en la zona? Pues es posible y os voy a explicar el por qué. Al ser una zona relativamente llana, nos vamos a encontrar el tipo de hábitat más común que se da en la Península Ibérica durante el Calcolítico: pequeñas aldeas con una economía basada en la agricultura y la ganadería y que no tendrían construcciones de entidad ni restos de fortificaciones, como sí lo pueden tener los poblados localizados en zonas elevadas. Estos poblados se sitúan en valles, terrazas fluviales, zonas de pastos o suelos agrícolas y poseen un escaso control del territorio circundante. Aquí debo pararme y matizar este último punto; En línea recta, a unos 4,5 km, se encuentra el yacimiento de “Los Cortinales”, el cual algunos ya conocéis. Se sitúa en la actual depuradora municipal de aguas y, aunque hoy en día está totalmente arrasado por la construcción de los depósitos de agua, si uno se sitúa allí podrá observar la gran panorámica de 360º que ofrece el lugar, situado a 450 metros, destacando sobre el resto de tierras que lo rodean, con lo cual, en este caso, sí que tenemos un poblado que tendría cierto control sobre el territorio circundante. Más adelante volveremos a este yacimiento.

La azuela aparece fragmentada por la mitad.
Carece de talón.

Como iba comentando, estos asentamientos se caracterizan por un tipo de estructuras, excavadas en el suelo, que se denominan “fondos de cabaña”, que podían tener una función como silos, fosas, basureros…Las cabañas eran de materiales perecederos, de planta circular o cuadrangular, revestimiento de arcilla para las paredes, techumbre de madera o ramaje y el suelo de tierra apisonada. Esto no quiere decir que se abandonara el hábitat en cuevas, aunque sería algo ocasional y esporádico como es el caso de la Cueva de la Charneca, en Oliva de Mérida, con pinturas rupestres y una segunda ocupación datada en el Calcolítico o, un ejemplo más cercano, en el pequeño abrigo/cueva de la Sierra Grande de Hornachos también con representaciones esquemáticas realizadas en tinta plana rojiza del mismo periodo.

Pero, como dije anteriormente, también hay piezas similares que se han encontrado como elemento de ajuar, es decir, que no eran funcionales. ¿Quiere decir esto que es posible que esta azuela hallada sea parte del ajuar de un enterramiento? En mi opinión, diría que no por las mellas que presenta en el borde, reflejo de que fue una herramienta que se utilizó para labores agrícolas. Entre los tipos de enterramientos que encontramos durante este periodo, destacan las estructuras de falsa cúpula o tholoi, como en La Pijotilla, yacimiento referente a nivel nacional, o Huerta Montero (ambos relativamente cerca de Villafranca) así como dólmenes, inhumaciones individuales o colectivas e incluso en cuevas, tanto naturales como artificiales. Y ¿Qué tipo de objetos encontramos depositados en estos enterramientos? Pues son piezas bastante variadas; puntas Palmelas, puñales de lengüeta, puntas de flecha de sílex, ídolos placa, ídolos oculados, brazaletes de arquero, hachas y azuelas de piedra pulimentada, alfileres de hueso, colgantes de conchas, cuentas de collar de pizarra, azabache…cuencos, cazuelas, vasos, cerámica lisa, con decoración incisa…como podéis ver, el repertorio es bastante amplio y variado y solo futuros hallazgos desvelarán esta incógnita.


Imagen en detalle de la pieza.

¿Podemos relacionar esta pieza con algún yacimiento calcolítico cercano? Pues sí. En primer lugar debemos hablar del ya comentado yacimiento de Los Cortinales, a 4,5 km en línea recta, desde el cual es posible divisar el paraje de Valle Hermoso. A pesar de estar prácticamente desaparecido por la construcción de la depuradora y una pésima gestión por parte de la administración local que, literalmente, lo olvidó, en las excavaciones de los 80 dirigidas por Gil-Mascarell y Rodríguez Díaz, lograron rescatar algunas piezas que pueden ser vistas hoy en el Museo de la localidad tales como cerámicas con decoraciones incisas e impresas, vasos, cuencos, platos de borde grueso, lascas de sílex, puntas de flecha y herramientas pulimentadas, incluso, un ídolo esquemático realizado en barro cocido. En este lugar sí que podemos hablar de la existencia de un asentamiento con la aparición de estructuras de planta oval que se corresponden con los “fondos de cabaña”; Un segundo lugar, no documentado, que se localiza a 2,3 km en línea recta desde Valle Hermoso, corresponde a la zona de cortijos que se encuentran en el Cruce de Cabritas, en los cuáles, durante su planificación y construcción, aparecieron materiales que la gente del Museo me relacionaban con el poblado de Los Cortinales. He de decir que este argumento no está demostrado y que sólo me baso en comentarios. Es posible que aparecieran materiales y es posible que no; Es posible que fueran materiales calcolíticos pero también podrían ser del Bronce, romanos, árabes…sólo un buen estudio de esos hallazgos, recogiendo testimonios y analizando las piezas, nos dará una respuesta.


Distancia entre los distintos yacimientos.

En tercer lugar, un poco más alejado pero igualmente visible en el entorno por ser un cerro aislado de altura considerable, es el cerro del Castillo de Los Santos de Maimona, a 6,2 km en línea recta. El yacimiento se encuentra en el cerro donde se ubicaba el antiguo castillo medieval a una altitud de 644 metros por lo que es un espacio que destaca en el paisaje. Se han hallado numerosos materiales fruto de las excavaciones clandestinas, sin embargo, no se han hallado estructuras que, seguramente, fueron destruidas durante la construcción del Castillo. Entre los materiales, prácticamente lo de siempre, platos de bordes gruesos, cuencos, puntas de flecha de sílex y pizarra, perforadores, cuchillos de sílex, herramientas pulimentadas, placas de arcilla, molinos de mano, molederas…el problema de este yacimiento es que muchos materiales se han perdido debido a esas excavaciones no autorizadas y se encuentran repartidos entre los vecinos de la localidad y alrededores y, por ello, se ha perdido mucha información.

Como podéis ver, Valle Hermoso, es un lugar que está, prácticamente, rodeado de yacimientos del mismo periodo. De momento no podemos confirmar que se tratase de otro asentamiento o, simplemente, fuese un área de captación de recursos. En mi opinión, y por la cantidad y variedad de materiales hallados en superficie, sin duda se trata de otro asentamiento, a medio camino entre el del Cerro del Castillo de Los Santos de Maimona y Los Cortinales, incluso podrían estar inmersos en redes de intercambio con lugares más lejanos debido a la presencia de productos “exóticos” en Los Cortinales de una concha de molusco o de una caracola en el sepulcro de Huerta Montero. Cercanos también son los asentamientos de Los Poceros o El Moral (en el que es posible la presencia de una fortificación tipo muralla) ambos localizados en el término municipal de La Fuente del Maestre y con el mismo tipo de cultura material que aparecen en los asentamientos ya citados. Para que os hagáis una idea de la densidad de población que existía en esta zona durante el Calcolítico, solo en Tierra de Barros hay documentados 20 asentamientos y un número mucho mayor de posibles asentamientos solo entre Ribera del Fresno, Almendralejo y Villafranca de los Barros. Estoy seguro que con el tiempo tendremos más respuestas sobre esta zona. De momento, lo único que puedo hacer es hablar de los datos que poseemos hasta ahora y ponerlos en relación con el entorno inmediato siendo, sin duda, una gran línea de investigación que me encantaría poder seguir, aportando nuevos datos y dando respuestas a esas incógnitas que se nos presentan.

Recreación 3D de un fragmento de plato carenado
hallado por Ernesto en Valle Hermoso.

Como digo siempre: es una suerte poder vivir en esta zona tan cargada de historia y cultura dispuestas a ser descifradas y difundidas. Agradecimientos, una vez más, a Ernesto, que, como yo, es un apasionado de la historia y su objetivo es redescubrirla y darla a conocer. Podéis visitar su cuenta en Instagram @vieja_tierra en la que, sin duda, descubriréis lugares y yacimientos increíbles de la provincia de Badajoz. Espero que os haya interesado y cualquier aportación es bien recibida. ¡Hasta la próxima!

 José Antonio Calderón Burguillos.

Estudiante de Geografía e Historia en la UNED.

 

Bibliografía:

Enríquez Navascues, J.J.(1990) El Calcolítico o edad del cobre de la cuenca extremeña del Guadiana: Los Poblados. Badajoz: Museo Arqueológico Provincial.

 Fernández, A. Y Hernando A. (2013). Cap.6. El III Milenio a.C. En la Península Ibérica: Calcolítico o Edad del Cobre. En Prehistoria Reciente de la Península Ibérica (pp. 209-249) Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.

 

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