Sin duda, con el hallazgo de los rostros de Casas del Turuñuelo, se ha
abierto un nuevo capítulo en la investigación sobre Tartessos. Se trata de una
ventana abierta que aportará la luz necesaria para conocer mejor los secretos y
enigmas de ese pueblo o, como algunos defienden, “civilización” ensombrecidos y
ocultos por el paso de los milenios. Una muestra más de que esta tierra fue el
escenario principal de muchas de las sociedades que pasaron por la Península y
que, remitiéndome a los restos y vestigios que se reparten por el territorio,
habitaron, fue el lugar escogido para venerar a sus dioses, para enterrar a sus
difuntos, para intercambiar productos que procedían del otro extremo del
Mediterráneo y, en definitiva, una tierra que convirtieron en su hogar. Por
otra parte, me gustaría mencionar otros hallazgos importantes relacionados con
Tartessos y que, por suerte para nosotros los extremeños, también fueron
hallados en nuestra Comunidad: el tesoro de Aliseda, los hallazgos de las
necrópolis de Medellín, Cancho Roano, La Mata…muestras, todos ellos, de ese
periodo conocido como Orientalizante. Pero, ¿Qué me diríais si os digo que hace
más de un siglo fueron halladas por casualidad, tres figuras de bronce que, hoy
en día, también se relacionan con este periodo Orientalizante? Es más, ¿Y si os
dijera que una de ellas se encuentra en el British Museum? Pues, en efecto.
Esta es la historia de los Guerreros de Bronce de Medina de las Torres.
Pongámonos en contexto; nos encontramos a finales del siglo XIX, en torno a 1880, momento en el que, bajo el mando de la compañía inglesa Sundheim&Doetch y la Compañía del Ferrocarril Zafra-Huelva, comienzan las obras para la realización de la línea de ferrocarril que unía ambas ciudades. En este proyecto estaban involucrados en torno a 30 trabajadores ingleses y, el resto del personal, eran vecinos de los pueblos cercanos. Finalmente, en 1889 se hace oficial el trayecto que unía Zafra con Valdelamusa. En estas primeras obras, los ingleses mencionan que se topan con algunos restos que se encuentran elevados que interpretan como restos de construcciones, pero no les dan importancia y continúan con su cometido: allanar el terreno. Pero todo cambia súbitamente en 1903.
Ese año se pone sobre la mesa un proyecto, por el cual, se construiría, en Medina de las Torres, una estación, así como un almacén para las cargas, para el combustible sólido y para las reservas de agua. Es en el lugar elegido para erigir la estación, cuando las obras empiezan a tomar unos tintes bastante extraños y los restos arqueológicos que empiezan a salir a la luz, son de mayor importancia. Es cierto que continuaban apareciendo restos de construcciones pero, ahora, a estos, se le suman ánforas completas, fragmentos de mosaicos, estatuillas de terracota, lucernas e incluso un gran fragmento de mármol con la representación de las siete cabezas de Minerva…Dentro de lo asombroso de estos hallazgos, (porque imaginaos que estáis haciendo un agujero en el suelo para los cimientos de una casa y os sale todo eso) la aparición de estas piezas es algo “normal” y estoy seguro que, hasta alguno de los allí presentes, advirtió sobre la posibilidad de que dieran con algo así. Recordemos que en Medina de las Torres se encuentra la ciudad romana de Contributa Iulia Ugultuniacum, la primera ciudad romana en la que se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas (incluso antes que en Mérida), por lo que, con mucha probabilidad, esos restos estarían vinculados a dicha ciudad.
Sin embargo, y aquí fue donde sonaron todas las alarmas, siguen con las obras y, en una de las zonas alisadas, se topan con dos figuras de bronce que son extraídas de algún tipo de argamasa y, para echar más leña al fuego, ensanchando esa zona, se encuentran una tercera. Todas ellas con una postura similar: guerreros que aparecen empuñando o presentando sus armas. Pero, ¿Qué características tenían?
Fuente de la imagen: British Museum. |
Pues bien, para empezar, hay que mencionar que eran piezas de bronce,
realizadas mediante la técnica de la cera perdida, de unos 35 cm de altura y
con un peso aproximado de 7 kilos. Su estado de conservación los convertía en
modelos referentes a nivel nacional. Portaban una especie de casco liso, una
túnica ceñida al cuerpo y dos tirabuzones. En su rostro, se podían apreciar dos
iris perforados, seguramente para contener otro tipo de material que, por
desgracia, hoy en día no se han conservado. En cuanto a su postura, si bien es
verdad que se muestra rígida, también es cierto que no es frontal, sino que
está ligeramente desviada a la derecha. Y, sin duda, lo más característico es
la posición de sus brazos; ambos aparecen extendidos y doblados a la altura del
codo, cuyas manos presentan orificios, en los cuales, con mucha probabilidad y
tomando como ejemplo otras figuras halladas de esta tipología como el Guerrero
de Cádiz, portarían sus armas tales como el escudo (caetra) en una mano; y, en
la otra, la espada corta o lanza.
Guerrero de Cádiz (Siglo V a.C.) Hallado junto a las Puertas de Tierra en Cádiz. Napoleón III Bonaparte se lo lleva a Francia en el siglo XIX. Actualmente se encuentra en el Louvre. |
Ahora bien, una vez conocemos las características generales y más destacadas de estas piezas, habría que resolver la cuestión más importante: ¿Qué fue de ellas? Pues, para comenzar, debemos mencionar que el destino de cada una de ellas siguió derroteros diferentes. Ya he comentado antes que, en un principio, hubo dos que fueron halladas juntas y, lamentablemente, cayeron en las manos de esos capataces ingleses que dirigían las obras: Una de ellas, estuvo en poder de un inglés durante el tiempo que este estuvo en España, sin embargo, cuando regresa a Londres, la vende al Museo Británico, argumentando que es una pieza hallada en Lorca, y os preguntaréis ¿Por qué Lorca? Pues, sencillamente, porque, en aquella época, se estaban llevando a cabo muchísimos descubrimientos de bronces ibéricos en esa zona y, debido a ello, era un lugar más “famoso” (desde el punto de vista arqueológico) que Medina de las Torres. A pesar de ello, al poco tiempo, este capataz, comunicó al Museo Británico que, el lugar exacto y verdadero del hallazgo, era Medina de las Torres, un pueblo al sur de la provincia de Badajoz. ¿Y sabéis que es lo sorprendente? Pues que el Museo Británico reconoce que el lugar de procedencia de esta pieza es Medina de las Torres, pero no facilita datos del procedimiento seguido para obtenerla. Seguramente porque fue ilegal y la pieza salió de España a través del mercado negro. Si el British Museum tuviera que devolver todas las piezas que posee y que ha conseguido de la misma forma, seguramente sus vitrinas se quedarían vacías…
En su base puede leerse su lugar de procedencia. |
En cuanto a la segunda estatuilla, que también estuvo en manos de los ingleses, se perdió. Sabemos que esa no salió de España, de hecho, el Museo Arqueológico Provincial recibió una serie de fotos de la misma, pero no la figura. Es posible que las cuadrillas de ingleses la vendieran cuando se trasladaron a otra localidad para continuar con las obras del ferrocarril y, por desgracia, cayera en el mercado negro. No sabemos quién tendrá, actualmente, esa pieza; quizás, incluso, no la tenga nadie y se haya destruido o perdido con el paso del tiempo o, por otra parte, puede que alguna familia la haya conservado durante todo este tiempo, a modo de ajuar familiar. En cualquier caso, lo único que se conserva de ella, a día de hoy, son esas fotografías.
Sin embargo, no todo son malas noticias y, en toda historia, siempre hay un rayo de esperanza. La tercera de esas figuras que, como comenté anteriormente, apareció posteriormente, no fue a parar a manos de los capataces ingleses, sino que, por suerte, fue recuperada por un maestro albañil local que participaba en aquellas obras y se la llevó a su casa. La figura, que adquirió una función decorativa, ha estado pasando de padres a hijos durante más de cien años. Seguramente, en todo este tiempo haya sido vista por cientos de personas que, ajenas su importancia y trascendencia histórica, no entiendan su valor real y hayan pasado delante de ella como si de un adorno más se tratara. Con toda seguridad, esta familia se habrá enterado, en los últimos años, de la importancia que tiene ese “adorno” que poseen en casa. Lo más responsable y cívico sería que la donaran, ya que se trata del patrimonio de todos pero, por otra parte, se habrá convertido para ellos en una pieza de gran valor sentimental al ser una herencia familiar. Además, centrándonos en el lado positivo de esta historia, al menos, estando en su casa, se ha conservado durante más de un siglo y ha podido permanecer en su lugar de origen sin perderse en el mercado negro donde, lo único que importa es el dinero. Lamentablemente, ese desconocimiento e ignorancia por este tipo de piezas, cuyo único valor e interés es el monetario, no es algo que ocurriera sólo hace un siglo. En la actualidad, esta lacra sigue imperando y os puedo prometer que he escuchado cada historia que os costaría creer…Se necesita más conciencia cívica en ese aspecto.
Desconozco si se ha llegado a un acuerdo recientemente con esa familia acerca de destino futuro del Guerrero, lo que está claro es que sería un orgullo, no solo para los extremeños, sino para todos los españoles, que ese bronce fuese donado para ser expuesto en un Museo y, así, ofrecernos la posibilidad de poder admirar un pieza tan importante para el conocimiento de nuestro pasado. Desde aquí, mi más sincero agradecimiento a Daniel Palacios Cerrato por obsequiarme con el libro escrito por él. Sin lugar a dudas ocupará un lugar destacado en mi biblioteca y, gracias a él, esta historia, casi de película, no se olvidará jamás.
Bibliografía:
Palacios Cerrato D. (2009) Guerreros de Medina de las Torres. Diputación de Badajoz.
José Antonio Calderón Burguillos
Estudiante de Geografía e Historia
Muy buen artÍculo. Es una delicia leerte.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras! Quién eres?
ResponderEliminarActualmente el Ayuntamiento de Medina de las Torres posee una copia en bronce exacta a la que se encuentra en Londres. Mi familia, Sanchez Castañón, la donó al Ayuntamiento hace unos años. Nos unen muchos lazos a este maravilloso pueblo y pensamos que aunque una copia en bronce, los medinenses debían tener a su guerrero… ojalá algún día tengan el original!! Gracias por la publicación, el libro de Daniel es fantástico!!
ResponderEliminarLeí que había una réplica en el Museo o centro de interpretación! Gracias por haber donado una réplica para, al menos, que la gente sepa cómo era el Guerrero. Ojalá algún día podamos ver el original! Gracias!
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