Las pesas de telar o pondus del entorno de Albújar. (Villafranca de los Barros/Los Santos de Maimona)
Con la llegada de las labores agrícolas de la vendimia a mediados de agosto, es extraño el año que no me avisan comentándome que se han encontrado tal herramienta u objeto en el campo. Ya casi se ha convertido en una tradición que espero con impaciencia verano tras verano; como si me dejara sorprender por lo que esta tierra, tan rica en historia y patrimonio aún por descubrir, tiene que ofrecerme. Una de las cosas más fascinantes del entorno en el que vivimos es que un año puede aparecer un hacha pulimentada del Neolítico y, al año siguiente, un felus musulmán. Sin duda, un reflejo del paso continuo de sociedades y culturas que han habitado estas tierras a lo largo de milenios. Piezas que se hallan a simple vista, en superficie, debido a la actividad de tractores y sus vertederas que remueven las tierras y sacan a la luz lo que se encuentra enterrado. Objetos que cuentan con cientos e, incluso, miles de años y que, para el ojo inexperto pueden ser simples trozos de cerámica o piedras, sin embargo, para alguien que esté relacionado con el mundillo, constituyen auténticas pruebas de la importancia de esta zona en la historia. Se trata de herramientas que relatan historias mudas; que muestran cómo era la vida en el pasado, que sirvieron en las actividades cotidianas de nuestros antepasados y, aunque hoy día se encuentren incompletas y fragmentadas por partes, hubo un tiempo en el que fueron piezas imprescindibles para grupos de personas que se valían de ellas para desarrollarse, prosperar y, en definitiva, sobrevivir.
Este año no iba a ser una excepción y, como de costumbre, apareció otra pieza. Sin embargo, esta aportaba más información sobre el olivar en el que se encontró y es que, casi con toda seguridad, allí dónde fue encontrada, se erigiría, en época romana, una villa. Una más de los cientos de establecimientos rústicos que salpicaban el territorio. Os estaréis preguntando cuál es el enigmático descubrimiento de este año, pues bien, en esta ocasión hemos tenido la suerte de ser testigos del hallazgo de un pondus o pesa de telar, probablemente, datada en el periodo romano y que podemos asociarla a otra, hallada en la misma zona hace unos años. Pero ¿Qué función tenía este objeto? ¿Cómo se utilizaba?
Tenemos que comenzar mencionando que el telar de pesas ya está presente durante el Neolítico en algunas partes del mundo. Este tipo de telar, se caracteriza por poseer pesas de cerámica o piedra que contaban con perforaciones en las que se introducía el hilo de urdimbre para crear tensión, mientras que el tejido comenzaba en la parte superior. Es ya durante el periodo siguiente, el Calcolítico, cuando se observa una especialización en la producción textil; no solo se van a producir tejidos para el consumo interno de las comunidades sino, también, para los intercambios y el comercio. Prueba de ello, son los hallazgos de fusayolas, pesas de telar, agujas de hueso y metal…en algunos poblados calcolíticos de la zona. Este puede ser quizás uno de los problemas al intentar datar piezas que aparecen descontextualizadas: es cierto que, por su morfología, se pueden comparar con otras pesas de telar halladas en yacimientos romanos y situarlas cronológicamente en ese periodo pero, también debemos tener en cuenta que las pesas de telar han variado muy poco en los últimos seis mil años y, por ello, estas piezas requieren de estudios más profundos para conocer su cronología exacta. En principio, en este artículo, y bajo riesgo de equivocarme, vamos a optar por una fecha vinculada con el mundo romano o tardorromano, debido a la cronología que poseen las villae romanas de estas tierras, además de la presencia de otros materiales cerámicos, tales como galbos, que se reparten por el terreno en cuestión.
Reconstrucción de un telar de pesas. Museo de Segovia. |
Ambos pondus hallados en ese entorno de Albújar son de distintas tipología, sin embargo, los dos muestran, a simple vista, que se trata de pesas de telar. El primero de ellos encontrado, es de menor tamaño, mide unos siete u ocho cm de ancho y unos diez cm de alto, posee una forma rectangular con tendencia troncopirámidal, ya que su base es más ancha que su parte superior. Es precisamente en esa parte superior de la cara frontal de la pieza donde se encuentra el orificio, en perfecto estado de conservación, a través del cual se introduciría el hilo o fibra para ser tensado mientras se estaba llevando a cabo el proceso de la producción de tejidos. Mencionar que esta primera pieza fue hallada hace ya un par de años y, desde ese momento, aquella zona captó mi atención. La segunda pieza, encontrada este verano, es mucho más significativa, no solo por su tamaño sino, también, por su magnífico estado de conservación que hace que sea difícil creer que tiene una antigüedad de casi dos mil años. Esta pesa de telar cuenta con una base rectangular cuya anchura es de unos ocho cm, muy similar a la anterior, sin embargo, cuenta con una altura de doce/trece cm, lo que la diferencia y resalta con respecto a la anterior. La forma troncopiramidal de esta es mucho más evidente y definida y el color de la pasta es más oscuro. El orificio que se encuentra en la parte superior de la cara frontal de la pieza, presenta una mayor anchura y como curiosidad; muestra las huellas de dos dedos en la parte superior más próxima a dicha perforación.
Primer pondus hallado hace un par de años. |
Debo resaltar que estas dos pesas de telar no poseen marcas ni inscripciones. Hay piezas que cuentan con líneas, números e, incluso, nombres. ¿Qué significan esas marcas que aparecen en algunas piezas? Pues no está muy claro del todo; para algunos estudiosos son simples marcas decorativas, sin embargo, para muchos otros, tienen que ver con el peso del pondus y, en ocasiones, con la firma del fabricante, a modo de los sellos de alfarero de la Terra Sigillata. Como he comentado anteriormente, estas piezas eran uno de los instrumentos imprescindibles para poder llevar a cabo la elaboración de tejidos, que se enmarcaría dentro de las actividades productivas de una villa y hasta de un pequeño poblado ¿por qué no?. Sin embargo, y esto ha ocurrido a lo largo de la historia, hay piezas que pierden esa función original y acaban utilizándose con otros fines. En este sentido, debemos destacar la presencia, en algunos yacimientos, de estos pondus en tumbas a modo de amuleto y que tendrían como objetivo la protección del cadáver en el más allá. Como vemos, en este caso, la pesa de telar tendría una función simbólica, muy alejada de su fin original. ¿Podrían estas pesas de telar formar parte del ajuar, profanado y destruido, de alguna tumba debido a las labores agrícolas? Pues podría ser y, a la vez, no. Al haber sido halladas de manera fortuita y descontextualizadas no lo podríamos saber a ciencia cierta. La única manera fiable de desenmascarar tal misterio sería organizando algún proyecto para la prospección y excavación del lugar y, lamentablemente, esa no es mi competencia.
Pondus hallado este verano. |
En mi humilde opinión, y a modo de cierre, estas piezas, junto con el resto de fragmentos de cerámicas que se encuentran repartidos por el lugar, constituyen algunas de las últimas muestras visibles de la existencia de un establecimiento rural (villa) en el entorno. Este tipo de edificaciones son bastante más comunes de lo que creemos en la zona. Prueba de ello son los cientos de fragmentos de Tegulae (tejas) que formaban parte de la techumbre de estos edificios y que se encuentran repartidas por olivares y viñedos de nuestras tierras. El entorno de Albújar sería otro ejemplo en el que hay presencia de este tipo de asentamientos y en el que, debido a la extensión en la que aparecen los materiales, podría haberse desarrollado un pequeño asentamiento, como una pequeña aldea, entorno a la villa una vez esta cayó en decadencia, ya durante los primeros compases altomedievales (s. V, VI, VII d.C.) Un ejemplo de esto lo podemos observar en Fuente del Maestre (Badajoz) donde, junto a la villa de La Alameda, hay presencia de un pequeño poblado. Sin embargo, de momento, son solo hipótesis. Lo que está claro es que las villae son casas rurales que están inscritas en una propiedad de explotación que es predominantemente agropecuaria, a lo que habría que sumar los recursos del entorno, ya fuesen marinos, cinegéticos, silvícolas…y, todo ello, se llevó a cabo en las instalaciones que estaban repartidas por la propiedad: alfares, establos, almazaras… (Pars fructuaria). Por otra parte, algunas de estas villae contaban con comodidades y riquezas (Pars Urbana) propias de las domus de las ciudades como mosaicos, termas…En definitiva, estaremos atentos a próximos hallazgos en el entorno que despejen muchas de las incógnitas sobre el pasado de lugar. Estas piezas constituyen una muestra más de la importancia de esta zona para las personas que se han ido asentando en sus tierras a lo largo de los siglos y cuyas vidas siguen presentes en estos restos que salen a la luz en un intento, casi heroico, por no ser olvidados por el paso, implacable y sin miramientos, del tiempo.
José
Antonio Calderón Burguillos.
Estudiante
de Geografía e Historia en la UNED.
Bibliografía.
Cerrillo Martín de Cáceres, E. (1984) La vida rural romana en Extremadura.
García-Entero, V. (2019) Las villae romanas en Hispania: tres siglos de investigación arqueológica en VILLAE. Vida y producción rural en el sureste de Hispania.
Casal García, R., Rodríguez García P. Descripción de algunas pesas de telar procedentes del yacimiento galaico-romano de San Vicente de Castillós (Lugo).
Unzueta Portilla, M.A., Monreal Jimeno L.A., Aproximación al estudio de los yacimientos romanos de Pozo Remigio y su entorno (Legaria, Navarra).
Ruiz de Haro M.I., (2012) Orígenes, evolución y contextos de la tecnología textil: La producción del tejido en la Prehistoria y la protohistoria en @rqueología y territorio nº 9, pp. 133-145.
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